¿Una semana en la Toscana? Sí, ¡qué planazo!

¿El qué? Ah... los dejamos con mis padres.

Ellos, encantados.

Lali, soy Carmen. Nada, que no podemos quedar.

Mi hija, que nos deja los niños otra vez.

Sí, chica, sí, una cruz.

Madrid, siglo XXI. Lourdes y Carlos son un matrimonio joven - en fin, rondan los 40 -, tienen todo lo que necesitan y bastante más, incluidos dos hijos adorables. Pero hay algo que no funciona, la felicidad de las películas no parece llegar nunca, el trabajo les absorbe y la vida social les estresa. No tienen más remedio que tirar de Carmen y Rafa, los padres de ella, que viven prácticamente a sus órdenes: recogen a los niños de clase de natación y de chino, los cuidan los viernes por la noche o incluso se los llevan a casa los fines de semana si Lourdes y Carlos tienen un viaje, lo "normal". En realidad se ocupa más bien Carmen, la abuela abnegada, porque Rafa tiene un carácter algo menos complaciente... De hecho, la situación empieza a ser insostenible.

¿Es realmente necesario tirar de los abuelos para sacar adelante una familia o es puro egoísmo de la generación "me lo pido todo", que no quiere renunciar al ocio continuo y la ambición laboral desmedida? ¿Son los abuelitos víctimas de esta tendencia o les encanta sentirse útiles? ¿Qué pasa con quien no tiene hijos? ¿Opinan algo los niños? Y, sobre todo: ¿por qué nadie habla del tema?