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サマリー
あらすじ・解説
Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales
🎧 Audio 175
📕 Libro II Un alma en Cristo
14 de noviembre de 1993
𝕌𝕟𝕠𝕤 𝕕í𝕒𝕤 𝕖𝕤𝕡𝕒𝕟𝕥𝕠𝕤𝕠𝕤
En oración en mi habitación. En Girona me preguntaron lo siguiente: «Si vienen los tres días de tinieblas de los que se habla en algunas profecías de santos, ¿qué deberíamos hacer? Pues parece que bien debiéramos almacenar algo de comida, como arroz, patatas y otras cosas, por si acaso. A mí, particularmente me parece absurdo eso pues creo que el momento será tan grande que no pensaremos en comer. Pero me atrevo a preguntarte.
Amada hija mía, se lo que te preguntaron y lo que tú quieres decir. En efecto, serán unos momentos tan grandes y tan espantosos que nadie, absolutamente nadie, pensará en comer. Por mucho que te esfuerces, no podrás imaginar la grandeza y el terror de esos momentos.
También me han preguntado acerca de lo que deberemos hacer. Yo no sé qué contestarles.
Te diré lo que habréis de hacer. Cuando empiece todo, no será de pronto, sino progresivamente. Nadie pensará que ha llegado el momento, pues, al principio, el hombre creerá que se trata de un hecho natural. Pero irá avanzando poco a poco hasta que se convencerá la gente que no es algo normal. Ese tiempo lo necesitará el hombre para reunirse con su familia y amigos. Tendrán velas que encenderán, pues la luz eléctrica se marchará. No habrá luz, sólo arderán las velas. Si éstas están bendecidas, sólo bastará una. El agua también se irá, quedando el hombre a merced de los elementos. Estos desatarán su furia. No hará falta nada porque el hombre creerá llegado su fin y no se acordará más que de su Dios, al cual, de rodillas, rendirá honor y gloria. Las gentes permanecerán largas horas arrodilladas en oración, pues pensarán que ha llegado el momento. Por ello, las familias permanecerán unidas; no se abrirán las puertas ni las ventanas. Se echarán las persianas y se cerrará todo, no porque Yo lo diga, sino para huir del griterío y ruido infernal. Las mentes y los corazones de los que no me amen, me invocarán llenos de terror. Para ellos habrá llegado el momento de abrírseles la mente. Sus almas temblarán ante el abismo, que estará abierto para tantos y tantos desdichados.
Por lo tanto, hijos míos, sólo tendréis que orar, pedir misericordia, uniros unos con otros y llamar a todos los santos y ángeles del cielo. De todos ellos recibiréis ayuda, pues mi ejército celestial poblará la tierra. Vendrán junto con mi santa Madre a daros ayuda y a poner paz en vuestros corazones. No temáis, pues todo aquel que me ame estará a salvo. Yo os prometo protección.
Grupo María Auxiliadora (1993). Un alma en Cristo Libro II