-
サマリー
あらすじ・解説
GLORIOSA IMAGEN DE CRISTO
2 CORINTIOS 3:14 … cada vez que se lee el antiguo pacto, el mismo velo les cubre la mente para que no puedan entender la verdad. Y este velo puede quitarse solamente al creer en Cristo. 15 Efectivamente, incluso hoy en día, cuando leen los escritos de Moisés, tienen el corazón cubierto con ese velo y no comprenden. 16 Pero, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. 18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. Y el Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. NTV.
La revelación de Dios, siempre ha estado a disposición de toda la humanidad, pero la humanidad no ha podido comprender esta revelación, debido a que sus mentes están cubiertas por un velo, el cual impide que su entendimiento se abra a la revelación de Dios. Este velo es el pecado. El pecado nubla completamente el entendimiento de las personas, por eso, por más que leen las Sagradas Escrituras una y otra vez, no comprenden el mensaje de Dios. Al no comprender la revelación de las Escrituras, la interpretan erróneamente y enseñan un mensaje distorsionado de la palabra de Dios a otros hombres que al igual que ellos, tienen sus mentes cubiertas por el velo del pecado.
El pueblo judío, recibió de primera mano la revelación de la voluntad de Dios por medio de Moisés, pero la mente del pueblo judío estaba cubierta por el velo del pecado, razón por la cual jamás comprendieron la revelación de Dios. Esta ceguedad espiritual del pueblo judío, prevalecía en los tiempos del apóstol Pablo, razón por la cual cuando leían el antiguo pacto, el Antiguo Testamento, no comprendían la revelación que Dios les había dado. Jesucristo vino a este mundo para quitar el velo que cubre el entendimiento de las personas, y así puediecen comprender la revelación de Dios. Para que el velo del pecado sea quitado de la mente, el hombre debe aceptar el sacrificio realizado por Jesucristo en el madero, y aceptarlo en su corazón como su Señor y Salvador, caso contrario, nunca comprenderá la revelación de las Sagradas Escrituras.
Cuando una persona pecadora se vuelve al Señor de todo corazón, aceptando a Jesucristo como el Mesías prometido por los profetas del Antiguo Testamento, entonces el velo es quitado de su mente, y la oscuridad desaparece por completo. Entonces amanece la verdad de que todos los tipos y sombras de la ley del antiguo pacto, encuentran su cumplimiento en el amado Unigénito Hijo de Dios, el Mesías de Israel. Toda persona que reconoce el Señorío de Cristo, puede reflejar la gloria del Señor en su vida, ya que el Espíritu Santo que mora en su interior, obra incansablemente para que el redimido por la preciosa sangre del Unigénito Hijo de Dios, cada día se parezca más y más a Él, transformándolo a la medida de su gloriosa imagen.
El maravilloso proceso de transformación tiene lugar de gloria en gloria, es decir, de un grado de gloria a otro. La transformación a la gloriosa imagen de Jesucristo no es cosa de un cambio instantáneo de un momento para el otro, es un proceso que termina cuando el creyente llega la presencia de Dios Padre para morar eternamente junto a Él. No hay experiencia en la vida cristiana que haga reproducir la imagen gloriosa de Cristo en un momento. Es un proceso, no una crisis. No es como la gloria en desvanecimiento de la ley, sino una gloria siempre creciente que finalizara en el reino de los cielos.
Queridos hermanos. En el momento que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, la venda que cubría nuestro entendimiento fue quitado, ahora podemos comprender la revelación de Dios que se encuentran en las páginas de las Sagradas Escrituras. Por eso al acudir a la Biblia, podemos ver al Unigénito Hijo de Dios revelado en todo Su esplendor. Todavía no lo vemos cara a cara, sino sólo tal como se presenta en la palabra como espejo. Al comprender la revelación, comprendemos que es la gloria del Señor la que contemplamos en las páginas de las Escrituras. Pero llegará un día cuando por fin podremos contemplar la gloria del Señor en todo su esplendor, en ese maravilloso día, nosotros también seremos transformados a su misma gloriosa imagen. Hermanos. Llegar a tener la misma gloriosa imagen de Cristo, debe ser nuestro anhelo, por eso debemos permitir que el Espíritu Santo que mora en nuestro interior, trabaje en nuestro ser cada día, y nos moldea a la medida de la imagen de nuestro amado Señor y Salvador Cristo Jesús.