• 224 016 MI VIDA – TRABAJANDO EN EL HOSPITAL Primera parte UN ALMA EN CRISTO (1989) Libro 1

  • 2024/09/21
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224 016 MI VIDA – TRABAJANDO EN EL HOSPITAL Primera parte UN ALMA EN CRISTO (1989) Libro 1

  • サマリー

  • Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales 🎧 Audio 224 📘 Libro I Un alma en Cristo Capitulo II. MI VIDA Trabajando en el Hospital (I) Bien, continúo,ya he rogado al Espíritu Santo que me ayude a recordar, y sobre todo a saberlo escribir dando el sentido exacto de la realidad.
    Como estaba tan sorprendida con lo que me pasaba, me consideraba fuera de lo normal. Por eso empecé a buscar a personas a quienes les hubiera pasado, más o menos, lo mismo que a mí. Me aconsejaron que leyera a Santa Teresa. Empecé a hacerlo, pero tenía tan poco tiempo que cogí la costumbre de leer tres hojas cuando estaba ya en la cama. Luego rezaba el Santo Rosario. Una noche, como todas, así lo hice. Tenía encima de la mesita de noche unas hojas del colegio de mi hija que eran una convocatoria para una reunión de padres. Había leído en el libro de Santa Teresa cuando Jesús le habla por primera vez. Recuerdo que me impresionó mucho y lloré. Me sentía identificada con ella. Dejé sobre la mesita las hojas y el libro cerrado de la Santa, y me dispuse a empezar el rezo del Santo Rosario. De pronto oí como unos fuertes arañazos, como si rasgaran un papel. Es cosa rara, pero no sentí miedo. Me dije: «Bueno, por lo fuerte que rasgan el papel, deberá moverse». Y me quedé mirando un poquito. No vi que nada se moviera. Más tarde pasó lo mismo otra vez. Y así hasta tres veces. Yo continué observando, pero nada vi. A la noche siguiente, cuando ya no me acordaba de lo sucedido, al abrir el libro por la señal donde lo había dejado, vi, con sorpresa, que las hojas que había leído la noche anterior estaban rasgadas, con cortes de diversas formas. Pregunté, y la voz me dijo que era para que viera que no era una ilusión, un hecho irreal, sino una realidad. La voz me decía que debía dejar la tienda y que debía ir a trabajar a un hospital. Todo esto era muy penoso para mí pues no sabía cómo dejar la tienda, ya que estábamos llenos de deudas. Por otra parte, la verdad es que había perdido todo el interés que tuve en otro tiempo por ella. Recuerdo que la moda llegó a ser toda mi vida. Cuando veía entrar a una señora, con mi imaginación ya la había vestido. Pero últimamente llegué a no saber vestir a nadie ¡Qué me importaba cómo fuese vestida una persona! La voz insistía. Yo iba al colegio de adultos, estaba en la tienda, en casa tenía a mi suegra y una mujer que venía dos veces por semana. Suelo decir que cuando el Señor te dice: «Camina», y tú te pones a caminar, Él va y te pone el pie... Al menos ésta es la sensación que yo tuve. Tenía que dejar la tienda, debía estudiar, ir a un Hospital... y lo logré. Pero cuando estaba haciendo el graduado escolar, trabajando por la mañana, haciendo un cursillo de auxiliar de clínica, mi suegra se puso enferma.Cuando terminé el cursillo de auxiliar de clínica, me mandaron a hacer las prácticas al Hospital Clínico de Barcelona, en la sala de traumatología. Como la voz no dejaba de decirme que debía luchar por quedarme a trabajar en el hospital, hablé con la supervisora y le rogué que, cuando hubiera terminado las prácticas, me gustaría quedarme. Ella accedió y me quedé. Trabajaba en el hospital de ocho de la mañana a tres de la tarde. Mientras tanto mi suegra quedó inválida y estaba cada día peor. Necesitaba a una persona para ella sola. A mí me remordía la conciencia tener que dejarla todos los días para ir al hospital. Se lo planteé a mi suegro, y él me dijo que no dejara el trabajo. Cuando yo planteaba a la voz qué debía hacer, me contestaba: «Deja que los muertos entierren a sus muertos». Fue una temporada muy dura. Ahora lo comprendo; entonces no lo comprendía. Había dejado la tienda, con no pocos problemas, con mi amiga, y porque no había nadie para traspasarla; y, si no la traspasaba, no podíamos pagar. Mi suegra tenía arteriosclerosis y cada día estaba peor. De día dormía y de noche no nos dejaba dormir. 𝑮𝒓𝒖𝒑𝒐 𝑴𝒂𝒓í𝒂 𝑨𝒖𝒙𝒊𝒍𝒊𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 (1989). 𝑼𝒏 𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒆𝒏 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐 𝑳𝒊𝒃𝒓𝒐 𝑰
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あらすじ・解説

Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales 🎧 Audio 224 📘 Libro I Un alma en Cristo Capitulo II. MI VIDA Trabajando en el Hospital (I) Bien, continúo,ya he rogado al Espíritu Santo que me ayude a recordar, y sobre todo a saberlo escribir dando el sentido exacto de la realidad.
Como estaba tan sorprendida con lo que me pasaba, me consideraba fuera de lo normal. Por eso empecé a buscar a personas a quienes les hubiera pasado, más o menos, lo mismo que a mí. Me aconsejaron que leyera a Santa Teresa. Empecé a hacerlo, pero tenía tan poco tiempo que cogí la costumbre de leer tres hojas cuando estaba ya en la cama. Luego rezaba el Santo Rosario. Una noche, como todas, así lo hice. Tenía encima de la mesita de noche unas hojas del colegio de mi hija que eran una convocatoria para una reunión de padres. Había leído en el libro de Santa Teresa cuando Jesús le habla por primera vez. Recuerdo que me impresionó mucho y lloré. Me sentía identificada con ella. Dejé sobre la mesita las hojas y el libro cerrado de la Santa, y me dispuse a empezar el rezo del Santo Rosario. De pronto oí como unos fuertes arañazos, como si rasgaran un papel. Es cosa rara, pero no sentí miedo. Me dije: «Bueno, por lo fuerte que rasgan el papel, deberá moverse». Y me quedé mirando un poquito. No vi que nada se moviera. Más tarde pasó lo mismo otra vez. Y así hasta tres veces. Yo continué observando, pero nada vi. A la noche siguiente, cuando ya no me acordaba de lo sucedido, al abrir el libro por la señal donde lo había dejado, vi, con sorpresa, que las hojas que había leído la noche anterior estaban rasgadas, con cortes de diversas formas. Pregunté, y la voz me dijo que era para que viera que no era una ilusión, un hecho irreal, sino una realidad. La voz me decía que debía dejar la tienda y que debía ir a trabajar a un hospital. Todo esto era muy penoso para mí pues no sabía cómo dejar la tienda, ya que estábamos llenos de deudas. Por otra parte, la verdad es que había perdido todo el interés que tuve en otro tiempo por ella. Recuerdo que la moda llegó a ser toda mi vida. Cuando veía entrar a una señora, con mi imaginación ya la había vestido. Pero últimamente llegué a no saber vestir a nadie ¡Qué me importaba cómo fuese vestida una persona! La voz insistía. Yo iba al colegio de adultos, estaba en la tienda, en casa tenía a mi suegra y una mujer que venía dos veces por semana. Suelo decir que cuando el Señor te dice: «Camina», y tú te pones a caminar, Él va y te pone el pie... Al menos ésta es la sensación que yo tuve. Tenía que dejar la tienda, debía estudiar, ir a un Hospital... y lo logré. Pero cuando estaba haciendo el graduado escolar, trabajando por la mañana, haciendo un cursillo de auxiliar de clínica, mi suegra se puso enferma.Cuando terminé el cursillo de auxiliar de clínica, me mandaron a hacer las prácticas al Hospital Clínico de Barcelona, en la sala de traumatología. Como la voz no dejaba de decirme que debía luchar por quedarme a trabajar en el hospital, hablé con la supervisora y le rogué que, cuando hubiera terminado las prácticas, me gustaría quedarme. Ella accedió y me quedé. Trabajaba en el hospital de ocho de la mañana a tres de la tarde. Mientras tanto mi suegra quedó inválida y estaba cada día peor. Necesitaba a una persona para ella sola. A mí me remordía la conciencia tener que dejarla todos los días para ir al hospital. Se lo planteé a mi suegro, y él me dijo que no dejara el trabajo. Cuando yo planteaba a la voz qué debía hacer, me contestaba: «Deja que los muertos entierren a sus muertos». Fue una temporada muy dura. Ahora lo comprendo; entonces no lo comprendía. Había dejado la tienda, con no pocos problemas, con mi amiga, y porque no había nadie para traspasarla; y, si no la traspasaba, no podíamos pagar. Mi suegra tenía arteriosclerosis y cada día estaba peor. De día dormía y de noche no nos dejaba dormir. 𝑮𝒓𝒖𝒑𝒐 𝑴𝒂𝒓í𝒂 𝑨𝒖𝒙𝒊𝒍𝒊𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 (1989). 𝑼𝒏 𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒆𝒏 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐 𝑳𝒊𝒃𝒓𝒐 𝑰

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