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サマリー
あらすじ・解説
Al concluir su carta a Roma, Pablo se llena de alabanzas al Señor por sus bendiciones, hasta el punto de prorrumpir en una “doxología”. Ahora, hoy en día, algunas iglesias cantan el himno que se conoce como, “La Doxología”. Dice así: “A Dios el Padre Celestial. Al Hijo nuestro redentor, y al eternal consolador, unidos todos alabad”.
Las iglesias cantan la Doxología y esa es prácticamente toda la alabanza que le dan al Señor. La cantan como parte del ritual de su adoración. Ahora bien, no hay nada de malo en cantar esa canción. ¡La pueden cantar todos los domingos si así lo desean! Pero, la verdadera alabanza surge del corazón. Brota dentro del adorador y estalla para gloria de Dios.
La Biblia está llena de este tipo de alabanza y adoración. Por ejemplo, cada libro de los Salmos termina con una doxología (cf. Salmo 41:13; 72:18-19; 89:52; 106:48; 150:1-6). El Nuevo Testamento también contiene muchos himnos espontáneos de alabanza (cf. Lucas 2:13-14; 19:37-38; Mateo 6:13; Romanos 11:33-36; Efesios 3:20-21; Hebreos 13:20-21; Apocalipsis 5:8-11; 19:1-2). ¿Entienden la idea? Muchas veces, en la Palabra de Dios, los autores bíblicos estaban tan abrumados por el amor hacia su Señor que simplemente tenían que alabarlo.
Esto parece ser lo que está sucediendo aquí. Según el versículo 22, de Romanos 16, fue Tercio quien escribió la carta, siendo dictada por Pablo. Sin embargo, es muy probable que estos últimos versículos hayan sido directamente escritos por el apóstol.
Quiero que meditemos en esta doxología esta mañana. Mientras lo hacemos, hay tres palabras que Pablo usó y que quiero señalar. Estas palabras forman el vocabulario de alabanza del apóstol Pablo. Estas tres palabras también nos dan una razón suficiente para alabar al Señor por nosotros mismos. Así que, con la ayuda de Pablo, aprendamos el vocabulario de alabanza y luego decidamos usarlo para su gloria mientras pasamos por este mundo