Como resultado de la rápida evolución de la economía digital y, particularmente de las herramientas que involucran la IA, en los últimos años hemos experimentado un cambio radical en la forma en la que funcionan los mercados económicos, lo que ha dado lugar a nuevos desafíos para que las empresas puedan presentar productos y servicios innovadores.

La inteligencia Artificiál ha tenido un impacto exponencial en el sector de la salud, en el cual ha tomado una relevancia sin precedentes.

Desde que empezara a utilizarse el aprendizaje automático, la práctica ha demostrado que los algoritmos perpetúan los sesgos culturales de la sociedad y los personales de quienes los diseñan, dando lugar a situaciones de discriminación por motivos de raza, orientación sexual, género o discapacidad.

Las recientes mejoras tecnológicas han propiciado la proliferación del uso de herramientas de inteligencia Artificiál en el sector financiero, incluyendo bancos, aseguradoras y empresas de servicios de inversión. La adopción de sistemas de inteligencia Artificiál implica importantes beneficios y ventajas para el sector, como el aumento de la seguridad, la reducción de costes o la automatización de tareas y mejora de la eficiencia en los procesos internos, entre otras.

En estas últimas décadas, los cíborgs han pasado de formar parte de nuestro imaginario colectivo a convertirse en una realidad. Los avances tecnológicos han permitido desarrollar una tecnología que, guste o no, ya comienza a estar presente entre nosotros. Esto tiene una serie de implicaciones que deben analizarse a continuación, pero, antes que nada: ¿De qué estamos hablando?

La aplicación de la IA a las impresoras 3-D y 4-D podrían tener un impacto sustancial en la fabricación de productos, permitiéndoles gozar de un alto nivel de precisión y detalle. La IA permitiría a su vez fabricar materiales en base a la selección óptima de recursos, con el fin de generar un producto duradero y seguro para su utilización. La facultad de la IA para predecir cuándo será necesario llevar a cabo labores de mantenimiento permitirá anticiparnos a potenciales defectos y fallos en los productos, aumentando nuevamente la seguridad de las impresiones. Las impresiones 3-D y 4-D deberán sin embargo ir acompañadas de un marco legal que garantice la legalidad y la calidad de la impresión, así como establecer unos estándares mínimos de seguridad.

La Sociedad de Ingenieros Automotrices (“SAE”) define la autonomía en un vehículo en niveles que oscilan entre el 0-5. El 0 hace referencia a una conducción en el que el conductor humano se responsabiliza de las funcionalidades del vehículo (acelerar, frenar, o cambiar de carril), mientras que el 5 hace referencia a una conducción autónoma en su plenitud, en el que el vehículo no requerirá de pedales o volante porque la inteligencia Artificiál asumirá sus funciones. El concepto de coche autónomo como tal se definiría como un vehículo de nivel 3 o superior en la clasificación de SAE. La autonomía del vehículo nace de la captación de información a través de sensores, y la toma de decisiones en base a la interpretación propia de parámetros (por ejemplo: la detección de que el vehículo sale de su trazada y la realización de una corrección de volante para redirigir el mismo).