Pipa, una abeja muy curiosa vivía en una colmena en un extenso prado muy verde por el cual atravesaba un río, y de este bebían todos los animalitos que vivían en el campo, esta agua bajaba de las montañas que se divisaban a lo lejos. Este hermoso campo estaba lleno de coloridas y variadas especies de flores, arbustos, árboles altos y frondosos, rodeado de mucha paz y tranquilidad.
Todos los días Pipa salía en grupo con sus hermanas abejas obreras a trabajar en la recolección del néctar y polen de las flores para trasladarlo hasta su colmena; este trabajo realmente era arduo e intenso ya que debían ir de flor en flor recogiendo y absorbiendo con su lengua el néctar, almacenándolo en su buche en el cual caben un máximo de 40 miligramos.
Al salir a su expedición diaria por los alrededores del campo sintió la gran curiosidad de ingresar a una parte nueva del bosque a la cual nunca había ido, donde se dio cuenta que se sentía un olor a humedad y se observaba otros tipos de plantas.