Las tradiciones adquieren importancia porque son actividades fijas que se repiten con regularidad. Las tradiciones pueden servir para marcar el ritmo del día, de la semana, del mes y del año. Las tradiciones son actividades que podemos definir y personalizar, y luego repetir de la manera que consideremos apropiada para nuestra familia. En última instancia, las tradiciones comunican valores: muestran qué es importante y por qué lo es. Pero lo mejor de las tradiciones es la posibilidad de llevarlas con uno mismo pase lo que pase, porque son actividades que se hacen casi siempre en casa. Todos podemos utilizar las tradiciones para hacer de nuestros hogares una “zona segura” donde mantener el control ante el cambio de la vida. En última instancia, esto inculca un sentimiento de familia, valores y pertenencia, especialmente con los niños.

Ahora bien, las tradiciones incluyen tanto las generales aceptadas por la sociedad relacionadas con las fiestas, como preparar determinadas comidas o decorar el hogar, como las tradiciones cotidianas que utilizamos para enseñar a nuestros hijos cómo es y cómo se comporta la familia. Ambos tipos son útiles porque marcan circuitos temporales distintos. Las tradiciones navideñas marcan el año natural, mientras que las tradiciones cotidianas crean una rutina y un flujo particular dentro de la familia. Algo en lo que los niños pueden confiar y de lo que pueden depender.