• Historias a 45 rpm - Nº 3 - La Ayuda De La Amistad (With a Little Help from My Friends) - Los Mustang. Dedicado A José María Latiegui Balmaseda

  • 2022/06/25
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Historias a 45 rpm - Nº 3 - La Ayuda De La Amistad (With a Little Help from My Friends) - Los Mustang. Dedicado A José María Latiegui Balmaseda

  • サマリー

  • LA AYUDA DE LA AMISTAD

    Porque todos tenemos La ayuda de la amistad...

    La versión en español de este tema de los Beatles, With a little help from my Friends cantada por Ringo en el LP Sargeant Peppers, tuvo muy buena acogida en España. Sobre todo, las versiones de Los Ángeles y Los Mustang. He elegido la portada de los Mustang porque tuvo más repercusión y sobre todo, porque fue el grupo, a mucha distancia del resto, que más versiones hizo en español de las canciones de los Beatles.

    PRÓLOGO
    Para pedir perdón en euskera se dice “barkatu”. La eterna broma de los chavales cuando alguien te decía “barkatu”, era contestar: “y tú canoa”. Luego venían las risas.

    “Belarrimotxa” es una palabra despectiva que se utiliza para referirse a los castellanos. Sin más comentarios ni traducción.

    I
    Enrique González y Arkaitz Elizalde eran dos adolescentes. Y grandes amigos. La muerte del tercer mosquetero, Kepa, en aquel absurdo accidente de la charca, les había unido sin remedio.
    Durante seis años de sentimientos compartidos habían pasado muchas cosas.
    Andoni, el hermano mayor de Arkaitz, llevaba dieciocho meses en prisión por pertenencia a banda armada. Era el comienzo de ETA y de la división del País Vasco.
    Arkaitz tenía terminantemente prohibido acercarse a los belarrimotxas. Con los castellanos ni una sola palabra. ¡Ni agua!
    Enrique era hijo de inmigrantes extremeños.
    Para su amigo Arkaitz, simplemente Enrique. Todo lo demás, ni lo entendían, ni querían entenderlo. Lo único que sabían era que les gustaba la misma música, las mismas chavalas y la misma marca de cigarrillos.
    Por eso, los dos amigos se escondían en una cabaña construida por ellos, que estaba camuflada entre los matorrales. Aquello era su txoko.
    Allí fumaban, charlaban y, en más de una ocasión, lloraban juntos recordando a Kepa, o porque la preciosa Izaskun no hacía el menor caso a ninguno de los dos apasionados galanes.
    Como colofón al encuentro, se masturbaban de pie, y jugaban a ver quién llegaba más lejos; el ganador, al día siguiente traía cigarrillos; el otro seis botellines.
    —¡Hostia, Arkaitz! ¡Cómo me has puesto! Apunta “pa otro lao”, tío
    —Joder, con la emoción se me ha “escapao”... Barkatu, Enrique
    —Y tú canoa, Arkaitz.
    “Ja... Ja...”

    II
    Enrique González, tras terminar la carrera de Empresariales, consiguió un puesto en la administración de una importante empresa de distribución de productos ganaderos. Ahora, a sus 40 años, ya era director y accionista. No le iba mal.
    Sin embargo, aquella tarde llamó a su mujer para invitarla a cenar; estaba especialmente preocupado y quería liberar tensiones. Nadie mejor que Carmen para conversar y relajarse.
    La tercera carta de ETA ya no reclamaba el impuesto revolucionario. Era amenazante. Pero no estaba dispuesto a dejarse amedrentar por una banda de pistoleros.

    Se metió en el coche. Ni siquiera había introducido la llave de contacto, cuando sintió en la nuca el frío cañón de la Browning 9 mm. Parabellum.
    Las cartas volvieron a su mente. Carmen y sus hijos, también.
    —Barkatu, Enrique.
    Giró sus pupilas hacia el retrovisor y le vio.
    Su cerebro empezó a rebobinar. Toda su vida pasó ante él en una fracción de segundo. Le costaba respirar... Temblaba...
    Podría haberle dicho doscientas mil palabras, cien mil frases evocando recuerdos, quinientas mil razones para impedir lo que ya era tristemente inevitable.
    ...Pero, poco antes del estallido ejecutor, tan sólo se le ocurrió decir:
    —Y tú canoa, Arkaitz...
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あらすじ・解説

LA AYUDA DE LA AMISTAD

Porque todos tenemos La ayuda de la amistad...

La versión en español de este tema de los Beatles, With a little help from my Friends cantada por Ringo en el LP Sargeant Peppers, tuvo muy buena acogida en España. Sobre todo, las versiones de Los Ángeles y Los Mustang. He elegido la portada de los Mustang porque tuvo más repercusión y sobre todo, porque fue el grupo, a mucha distancia del resto, que más versiones hizo en español de las canciones de los Beatles.

PRÓLOGO
Para pedir perdón en euskera se dice “barkatu”. La eterna broma de los chavales cuando alguien te decía “barkatu”, era contestar: “y tú canoa”. Luego venían las risas.

“Belarrimotxa” es una palabra despectiva que se utiliza para referirse a los castellanos. Sin más comentarios ni traducción.

I
Enrique González y Arkaitz Elizalde eran dos adolescentes. Y grandes amigos. La muerte del tercer mosquetero, Kepa, en aquel absurdo accidente de la charca, les había unido sin remedio.
Durante seis años de sentimientos compartidos habían pasado muchas cosas.
Andoni, el hermano mayor de Arkaitz, llevaba dieciocho meses en prisión por pertenencia a banda armada. Era el comienzo de ETA y de la división del País Vasco.
Arkaitz tenía terminantemente prohibido acercarse a los belarrimotxas. Con los castellanos ni una sola palabra. ¡Ni agua!
Enrique era hijo de inmigrantes extremeños.
Para su amigo Arkaitz, simplemente Enrique. Todo lo demás, ni lo entendían, ni querían entenderlo. Lo único que sabían era que les gustaba la misma música, las mismas chavalas y la misma marca de cigarrillos.
Por eso, los dos amigos se escondían en una cabaña construida por ellos, que estaba camuflada entre los matorrales. Aquello era su txoko.
Allí fumaban, charlaban y, en más de una ocasión, lloraban juntos recordando a Kepa, o porque la preciosa Izaskun no hacía el menor caso a ninguno de los dos apasionados galanes.
Como colofón al encuentro, se masturbaban de pie, y jugaban a ver quién llegaba más lejos; el ganador, al día siguiente traía cigarrillos; el otro seis botellines.
—¡Hostia, Arkaitz! ¡Cómo me has puesto! Apunta “pa otro lao”, tío
—Joder, con la emoción se me ha “escapao”... Barkatu, Enrique
—Y tú canoa, Arkaitz.
“Ja... Ja...”

II
Enrique González, tras terminar la carrera de Empresariales, consiguió un puesto en la administración de una importante empresa de distribución de productos ganaderos. Ahora, a sus 40 años, ya era director y accionista. No le iba mal.
Sin embargo, aquella tarde llamó a su mujer para invitarla a cenar; estaba especialmente preocupado y quería liberar tensiones. Nadie mejor que Carmen para conversar y relajarse.
La tercera carta de ETA ya no reclamaba el impuesto revolucionario. Era amenazante. Pero no estaba dispuesto a dejarse amedrentar por una banda de pistoleros.

Se metió en el coche. Ni siquiera había introducido la llave de contacto, cuando sintió en la nuca el frío cañón de la Browning 9 mm. Parabellum.
Las cartas volvieron a su mente. Carmen y sus hijos, también.
—Barkatu, Enrique.
Giró sus pupilas hacia el retrovisor y le vio.
Su cerebro empezó a rebobinar. Toda su vida pasó ante él en una fracción de segundo. Le costaba respirar... Temblaba...
Podría haberle dicho doscientas mil palabras, cien mil frases evocando recuerdos, quinientas mil razones para impedir lo que ya era tristemente inevitable.
...Pero, poco antes del estallido ejecutor, tan sólo se le ocurrió decir:
—Y tú canoa, Arkaitz...

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