エピソード

  • Yo lloro de Juan Rulfo
    2024/02/07

    Yo lloro de Juan Rulfo

    Yo lloro, sabes,
    lloro a veces por tu amor.
    Y beso pedacito a pedazo
    cada parte de tu cara
    y nunca acabo de quererte.

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    1分未満
  • Bajo la lluvia de Juana de Ibarbourou
    2024/02/07

    Bajo la lluvia de Juana de Ibarbourou


    ¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
    ¡Cómo moja mi falda,
    y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
    Llueve, llueve, llueve,
    y voy, senda adelante,
    con el alma ligera y la cara radiante,
    sin sentir, sin soñar,
    llena de la voluptuosidad de no pensar.

    Un pájaro se baña
    en una charca turbia. Mi presencia le extraña,
    se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
    ¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
    Después es el asombro
    de un labriego que pasa con su azada al hombro
    y la lluvia me cubre de todas las fragancias
    de los setos de octubre.
    Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
    como un maravilloso y estupendo tocado
    de gotas cristalinas, de flores deshojadas
    que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
    Y siento, en la vacuidad
    del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
    del placer infinito, dulce y desconocido,
    de un minuto de olvido.
    Llueve, llueve, llueve,
    y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.

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    2 分
  • A mi padre de Ramón López Velarde con Lizeth Palacios
    2024/01/26

    A mi padre de Ramón López Velarde


    Nunca, señor, pensé que el verso mío
    cuando te hablara en él por vez primera
    la música filial de los veinte años,
    del huérfano infelice la voz fuera.
    Nada valió la familiar plegaria;
    moriste en plena vida, y ¡qué contraste
    tocóles a los tuyos, muerto amado,
    en la noche fatal que agonizaste!
    Noche con paz de luna; también fuiste
    noche más que ninguna tormentosa;
    tus horas de martirio florecieron
    en mi jardín, como sangrienta rosa.
    Todo lo evoco, Padre: tus quejidos;
    tus palabras postreras; la voz triste
    con que te habló tu hermano sacerdote;
    la mañana de otoño en que moriste;
    los cirios -compañeros de velada-;
    la madre y los hermanos, todos juntos;
    el ataúd que sale de la casa;
    el sollozante oficio de difuntos;
    y ¡oh infinita bondad la de los padres!
    los ojos muertos de tu faz piadosa
    que me vieron por último con lástima
    en las orillas de la negra fosa.
    Supe después lo enormemente triste
    que es la trsiteza del hogar vacío
    y lloré con la marcha de la madre
    para tierras del norte. Mas confío
    que te he de ver, oh Padre, para siempre
    con mis pupilas de resucitado.
    Aquel buen ángel que guardó el sepulcro
    de Jesucristo, y que miró extasiado
    la tierra redimida, y a las santas
    mujeres que buscaban al Amado,
    las consoló, verá concluir su oficio
    cuando el último Adán encuentre abiertos
    los eternos lugares de victoria
    y no haya quien pregunte por sus muertos. ¡Comparte y disfruta de #PoesíaSuelta!

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    1 分
  • Me estás vedada tú de Ramón López Velarde con Lizeth Palacios
    2024/01/23

    Me estás vedada tú de Ramón López Velarde

    ¿Imaginas acaso la amargura
    que hay en no convivir
    los episodios de tu vida pura?
    Me está vedado conseguir que el viento
    y la llovizna sean comedidos
    con tu pelo castaño.


    Me está vedado oír en los latidos
    de tu paciente corazón (sagrario
    de dolor y clemencia),
    la fórmula escondida
    de mi propia existencia.


    Me está vedado, cuando te fatigas
    y se fatiga hasta tu mismo traje,
    tomarte en brazos, como quien levanta
    a su propia ilusión incorruptible
    hecha fantasma que renuncia al viaje.


    Despertarás una mañana gris
    y verás, en la luna de tu armario,
    desdibujarse un puño
    esquelético, y ante el funerario
    aviso, gritarás las cinco letras
    de mi nombre, con voz pávida y floja,
    ¡Y yo me hallaré ausente
    de tu final congoja!


    ¿Imaginas acaso
    mi amargura impotente?


    Me estás vedada tú... Soy un fracaso
    de confesor y médico que siente
    perder a la mejor de sus enfermas
    y a su más efusiva penitente.

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    1 分
  • Cartas a Clara de Juan Rulfo
    2024/01/18
    Cartas a Clara Méx. D. F. 31 de Feb. de 1945 Criatura: Ayer no me divertí, ni antier, ni antes de antier, ni ningún día, así que no fue por eso que no te escribí, sino porque soy muy flojo, el tipo más flojo que tú hayas conocido. Además de flojo que soy, tengo el corazón malo, pues cuando sintió que pasaban los días y no veía a Kiko se puso enfermo de todo a todo. Y una cosa así, desesperada, no tiene juicio, ni logra entender por qué lo tratan de ese modo, separándolo tan de repente de lo que él más quiere. Ahora te voy a decir otra cosa: no te enojes conmigo porque no escribí luego luego, pues cuando te pones corajuda te ves muy bonita, y yo no quiero que te veas bonita no estando yo ahí para mirarte. Ojalá no te hayas enfermado de catarro ni de nada. Yo no quiero que te enfermes nunca; lo que sí quisiera es conseguir que permanecieras siempre con la sonrisita que tienes y con los ojos que tienes, así de alegres, que a veces me da miedo pensar que alguien, nomás de ver eso, se enamore de ti. No, no me gustaría que sucediera. Yo solo quiero ser el único enamorado de esa cosa que Dios puso mucho cuidado en hacer hermosa y, para acabar, darle permiso para andar sobre la tierra, con el fin de volver loco a este loco muchacho que tú conoces. Mujercita: Ayer pensé en ti y antier y antes de antier y todos estos días. Además, pensé lo bueno que sería yo si encontrara el camino hacia el durazno de tu corazón; lo pronto que se le acabaría la maldad a mi alma y lo despiadado. ¿No te he contado alguna vez lo despiadado que soy? Pues sí, Kiko, yo odio mucho al mundo y mi odio es constante. Quizá por esto el mundo me ha tratado mal y me ha hecho desafortunado. ¿Pero soy desafortunado, Kiko? ¿Verdad que no lo soy? ¿Acaso tú no eres para mí toda la riqueza junta y un rinconcito de suave tranquilidad? Algún día lo sabré, ¿no, Kiko? Por lo pronto, me puse a medir el tamaño de mi cariño y dio 685 kilómetros por la carretera. Es decir, de aquí a donde tú estás. Ahí se acabó. Y es que tú eres el principio y fin de todas las cosas. No te me vayas a enojar por la letra colorada con que escribí esta carta, ni por ninguna nada, ¿eh? Espera hasta el lunes que yo esté ahí para verte la carita corajuda, Kiko, vida mía. Juan --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/poesiasuelta/support
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    3 分
  • Cartas a Clara de Juan Rulfo
    2024/01/18
    Cartas a Clara Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye. Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba. Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua. Clara: corazón, rosa, amor… Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña. Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la vida. Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida. Yo pondría mi corazón entre tus manos sin que él se rebelara. No tendría ni así de miedo, porque sabría quién lo tomaba. Y un corazón que sabe y que presiente cuál es la mano amiga, manejada por otro corazón, no teme nada. ¿Y qué mejor amparo tendría él, que esas tus manos, Clara? He aprendido a decir tu nombre mientras duermo. Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada. Lo han aprendido ya el árbol y la tarde... y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha puesto en las espigas de los trigales. Y lo murmura el río... Clara: Hoy he sembrado un hueso de durazno en tu nombre. Guadalajara. Oct/44 Juan Rulfo --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/poesiasuelta/support
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    2 分
  • Nocturno de Gabriela Mistra
    2024/01/12

    Nocturno de Gabriela Mistral

    Padre Nuestro, que estás en los cielos,
    ¡por qué te has olvidado de mí!
    Te acordaste del fruto en febrero,
    al llagarse su pulpa rubí.
    ¡Llevo abierto también mi costado,
    y no quieres mirar hacia mí!
    Te acordaste del negro racimo,
    y lo diste al lagar carmesí;
    y aventaste las hojas del álamo,
    con tu aliento, en el aire sutil.
    ¡Y en el ancho lagar de la muerte
    aun no quieres mi pecho oprimir!
    Caminando vi abrir las violetas;
    el falerno del viento bebí,
    y he bajado, amarillos, mis párpados,
    por no ver más enero ni abril.
    Y he apretado la boca, anegada
    de la estrofa que no he de exprimir.
    ¡Has herido la nube de otoño
    y quieres volverte hacia mí!
    Me vendió el que besó mi mejilla;
    me negó por la túnica ruin.
    Yo en mis versos el rostro con sangre,
    como Tú sobre el paño, le di,
    y en mi noche del Huerto, me han sido
    Juan cobarde y el Ángel hostil.
    Ha venido el cansancio infinito
    a clavarse en mis ojos, al fin:
    el cansancio del día que muere
    y el del alba que debe venir;
    ¡el cansancio del cielo de estaño
    y el cansancio del cielo de añil!
    Ahora suelto la mártir sandalia
    y las trenzas pidiendo dormir.
    Y perdida en la noche, levanto
    el clamor aprendido deTi:
    ¡Padre Nuestro, que estás en los cielos,
    por qué te has olvidado de mí!

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    2 分
  • Besos de Gabriela Mistral
    2024/01/10

    Besos de Gabriela Mistral

    Hay besos que pronuncian por sí solos
    la sentencia de amor condenatoria,
    hay besos que se dan con la mirada
    hay besos que se dan con la memoria.


    Hay besos silenciosos, besos nobles
    hay besos enigmáticos, sinceros
    hay besos que se dan sólo las almas
    hay besos por prohibidos, verdaderos.


    Hay besos que calcinan y que hieren,
    hay besos que arrebatan los sentidos,
    hay besos misteriosos que han dejado
    mil sueños errantes y perdidos.


    Hay besos problemáticos que encierran
    una clave que nadie ha descifrado,
    hay besos que engendran la tragedia
    cuantas rosas en broche han deshojado.


    Hay besos perfumados, besos tibios
    que palpitan en íntimos anhelos,
    hay besos que en los labios dejan huellas
    como un campo de sol entre dos hielos.


    Hay besos que parecen azucenas
    por sublimes, ingenuos y por puros,
    hay besos traicioneros y cobardes,
    hay besos maldecidos y perjuros.


    Judas besa a Jesús y deja impresa
    en su rostro de Dios la felonía,
    mientras la Magdalena con sus besos
    fortifica piadosa su agonía.


    Desde entonces en los besos palpita
    el amor, la traición y los dolores,
    en las bodas humanas se parecen
    a la brisa que juega con las flores.


    Hay besos que producen desvaríos
    de amorosa pasión ardiente y loca,
    tú los conoces bien, son besos míos
    inventados por mí, para tu boca.


    Besos de llama que en rastro impreso
    llevan los surcos de un amor vedado,
    besos de tempestad, salvajes besos
    que solo nuestros labios han probado.


    ¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
    cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
    y en los espasmos de emoción terrible,
    llenáronse de lágrimas tus ojos.


    ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
    te vi celoso imaginando agravios,
    te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
    y qué viste después...? Sangre en mis labios.


    Yo te enseñé a besar: los besos fríos
    son de impasible corazón de roca,
    yo te enseñé a besar con besos míos
    inventados por mí, para tu boca.


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    3 分